La inconformidad de ver el plato del otro más lleno.
El deseo de logros ajenos y el gusto a poco en los labios.
Las ganas de que el pasto de tu vida sea tan verde como algún otro jardín.
El infinito ¿por qué a mí? ¿Y por qué no?
El “quiero eso que no es mío” y el consuelo del cuento de que “Dios le da pan al que no tiene dientes” que te contás cuando no te quedan ni panes…ni dientes.